Historia Del Juicio

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Documento emitido por Felipe V ordenando el arresto de los templarios

 "Felipe, por la gracia de Dios, Rey de los Francos, a nuestros amados y fieles nuestros Señores de Oneval y Juan de Tornaville Caballero y Bayle de Ruan, Salud y Amor.

 Una cosa deplorable digna de lamentación, llena de acritud y amargura ;cosa extraña y suceso monstruoso, del cual no puede pensarse sin espanto, que no puede oírse sin horror, crimen detestable,  obra abominable, maldad execrable, iniquidad, perversidades inoídas, excesos y atrocidades contrarias a todo sentimiento de humanidad, han llegado a nuestra noticia por medio de muchas personas dignas de fe, no sin dejarnos sumidos en un profundo estupor, y no sin hacernos estremecer de un violento horror y espanto.

 En efecto, cuando entran en la Orden y hacen su profesión, se les presenta un crucifijo, y por desgracia, ¡qué decimos! por una miserable obcecación ,reniegan tres veces, y cediendo a horrible credulidad le escupen tres veces a la cara, después, quitándose los vestidos que llevan del siglo, se ofrecen desnudos a su visitador que los ha recibido, conforme a los ritos profanos de su Orden y en desprecio de la dignidad humana son besados por tres veces, una bajo la espina dorsal ,en el ombligo y en la boca ,y después de haber ofendido la ley divina con tan abominables atentados y tan detestables prácticas no temen ofender la ley humana, obligándose por voto de su profesión el entregarse a horribles y escandalosos desórdenes, la cólera de Dios no podía faltar en humillar a estos hijos de la incredulidad (...)

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 El documento contiene la absolución impartida por Clemente V al último Gran Maestro del Templo, el fraile Jacques de Molay, y a los demás jefes de la Orden después de que estos últimos hicieran acto de penitencia y solicitaran el perdón de la Iglesia; tras la abjuración formal, obligatoria para todos aquellos sobre los que recayera la sospecha de herejía, los miembros del Estado Mayor templario serían reintegrados en la comunión católica y readmitidos para recibir los sacramentos. 

 El acto de Chinón, supuesto necesario para la reforma, sin embargo, se quedó en papel mojado. La monarquía francesa reaccionó poniendo en marcha un verdadero mecanismo de chantaje que obligará seguidamente a Clemente V a dar un paso definitivo durante el concilio de Vienne (1312): al no poder oponerse a la voluntad de Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, que imponía la eliminación de los Templarios, el papa, una vez escuchado el dictamen de los padres conciliares, decidió suprimir la orden «con norma irreformable y perpetua» (bula Vox in excelso, 22 de marzo de 1312).

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